
Hubiese sido divertido si la partida hubiese estado más reñida, solo que esta vez tu ganabas con ventaja.
Ahora que he vuelto a tropezar con la misma piedra por milésima vez volveré a jurar a mis adentros que él no volverá a ser motivo de ningún tipo de dolor, que no se volverá a iluminar ninguna ilusión cada vez que su rostro ronde por mi cabecita ingenua. Y una vez más me mentiré a mi misma, porque como cada vez que esto se apaga, cada vez que me rindo abatida, él sigue jugando, la partida nunca acaba.