Quizás sea un defecto mío, algo más que sumarse a la interminable colección. Ilusa, ingenua, perseguidora de sueños, hasta que a veces llego a anular la realidad, a no querer verla. Lucho por ir hacia el otro camino que parece más bonito, y si no, yo ya me encargo de hacer un precioso paisaje artificial. Llego a forzar al máximo las situaciones, con tal de que sean como realmente quiero. Voy buscando lo que ya no hay, lo que ya se ha dado por anulado.
Persigo eso sin cansarme, le doy vueltas a la cabeza, arriba y abajo, busco soluciones, llego a desconocer mi propia opinión personal, no consigo ver la situación des de un punto objetivo.
Y entra tanta ida y venida, en este vaivén, en esta inestabilidad, el mínimo gesto puede ser interpretado de la manera más distorsionada con tal de augmentar el peso de la balanza del lado positivo, el falso, el paisaje artificial.
Todo esto, mis ilusiones y desilusiones son fruto de una inestabilidad personal, de mi inseguridad y de mi poca confianza en mi misma, si. Pero aún no he llegado al punto de inventar por mi misma las historias que distorsionar, esas están ahí por algo, porque alguien quiso que estuviesen. Algo o alguien ha dado pie a que mi cabecita atrofiada haga su trabajo.