Que todo me sobra, no quiero sentir mi alrededor. No quiero ver, ni oir, ni tocar ni saborear nada, nada que me recuerde a esta atmósfera sobrecargada. Ahora quiero salir de ella y quedarme sin aire, flotar sin gravedad, y desintegrarme en este universo. No quiero saber nada de lo vivido, ahora me sobra también. Mis recuerdos, lo que más amo en la vida ahora me resultan un estorbo para quitarme este peso que llevo encima. Ellos son todo para mi, sigo con esa idea, pero ahora mismo son parte de la realidad que no quiero conocer más. Sobresaltada me siento y mis sentimientos agito, sin decisión alguna todavía, ninguna considerada del todo correcta o apta para ser tomada en claro. Puede que me falte un poco de todo, seguridad, decisión, valentía...
Pero tengo una carta a mi favor, algo que puede con todo y que todo lo vale, fuerza. En mi interior soy muy consciente de que puedo hacer uso de ella cuando la ocasión lo necesite, cuando la decisión sea clara e indudable.
Recobrando poco a poco la calma comienzo a pensar en frío, que creo que se me da mejor, aunque sin decisión encontrada aún, sigue ausente, por ahí perdida, o puede que ni siquiera exista. O lo que puede ser también, realmente lo más probable, tanto que sea la realidad, es que soy yo quien crea la decisión correcta, depende de mi y de los pensamientos que tome, que sepa que son mios, al igual que con los sentimientos. La decisión correcta es la que se amolde a mi situación interior, la que sea lo mejor para mi, mi estabilidad no solo emocional sino también psicológica.
Creo que me voy demasiado por las ramas, como siempre, cuando trato de aferrarme a una idea, para estar convencida de que es lo que debo. Y ahora se me ocurre, ¿Por qué lo que debo? ¿Por qué no lo que QUIERO? Exacto, lo que quiero, pero ¿Qué es lo que quiero? En primer plano: aparece él. Le deseo, siento esa atracción irremediable, me gusta, me atrae, no lo quiero evitar. Más atrás aparezco yo y todo el conjunto de mi ser, y entre todo eso, brillante, veo mi felicidad. A rasgos generales, eso es lo que quiero, mi felicidad, por eso le antepongo a él, porque él es la felicidad más inmediata y cerca de mi alcance que tengo, la vía fácil, por así decirlo. Pues no, no se trata de eso, porque en mi yo, ese ser que aparece en segundo plano, se caracteriza por según que aspectos que está quedando, precisamente, atrás, en segundo plano, y eso no debo de consentirlo, en absoluto.