Si los niños votaran, los políticos legislarían para que se pudiera meter propaganda electoral en los bollycaos en lugar de cromos.
Si los niños votaran, habría parques más grandes y matemáticas más pequeñas.
Si los niños votaran, UPyD habría tratado de fichar a Bob Esponja y Rosa Díez daría los mítines disfrazada de Dora Exploradora.Si los niños votaran, habría más Tuenti y menos Twitter. O a lo mejor no habría ni lo uno ni lo otro.
Si los niños votaran, los mitines empezarían con un "¿cómo están ustedeeeees?" y acabarían con un "chimpón".
Si los niños votaran, habría un Ministerio de los Sueños, una Secretaría de Estado de las Pesadillas y el portavoz del Gobierno saldría a hablar con una pelota roja de goma en la nariz.
Si los niños votaran, Rubalcaba se haría el bajito. O se pondría detrás del títere a tirar de los hilos.
Si los niños votaran, las ratas que muerden a los críos de un año en la Cañada Real Galiana serían de peluche. Y siempre sería del menor la Ley del Menor.
Si los niños votaran, las arengas del político se harían con un bajavoz en vez de con un altavoz, y Bildu sólo sería el nombre de un muñeco que se ilumina por la noche. Como Furby o Gusiluz. Si los niños votaran, Esperanza Aguirre iría a inaugurar pantanos vestida como Pipi Langstrum y propondría que se privatizara el negociete del Ratoncito Pérez.
Pedro Simón y Rafael J. Álvarez, El mundo
lunes 9 de mayo del 2011