lunes, 8 de agosto de 2011

Two oposite sites in the world.



Y yo estaba ahí, entre un par de parejas cuarentonas, en una mesa dividida por los dos sexos: en el ala oeste situados los hombres, mientras que en el ala este moraban las mujeres.
Tanto unos como otros charlaban sin cesar, sin sobrepasar el tono de voz a la vez que imponían cada uno su propia tesis. Eso sí, en cada ámbito se desarrollaban temas muy distintos a la par que variados. En el ámbito masculino los temas relacionados con los descubrimientos hechos por el hombre daban vida a esa cena junto al mar. En cambio, unos centímetros más a la derecha las mujeres no paraban de comentar antiguas anécdotas, o nuevos rumores, simplemente disfrutaban de temas tan cotidianos como la vida misma junto a una agradable compañía.

Esa noche, rodeada de veleros flotando sobre el mar calmado de ese puerto, a la luz de una tenue lámpara de diseño y sucumbida por el deleite de aquellos calamares en compañía de algunas verduras, pude atisbar pequeños detalles que conformaban la más pura naturaleza humana.
Los hombres se dedican a dar vida a sus conversaciones con temas totalmente irrelevantes hacia su persona y vida íntima, temas de lo más variados, con una gran abundancia de conocimientos a los cuales muchas veces no estamos expuestos, pero que están ahí. En el contexto de esa cena, gente de clase media bien situada, el pretexto de esa conversación masculina resultaba más que interesante: los descubrimientos darwinianos, la NASA, extraños coleccionistas... Por lo cual no me era difícil desvincularme de mi ala este, el femenino, en el cual predominaban otro tipo de habladurías. Las féminas preferían una amena discusión de aquella noche haciendo autostop, los vecinos de Washington o los mallorquines, así como qué hizo a una de ellas cambiar de coche. En resumen, temas de lo más íntimos, personales y cercanos, en los cuales todos podríamos participar aportando una simple experiencia apropiada para el contexto, eso si, exponiéndote a que todos los comensales conozcan una parte más de ti.
Cada sexo comparte unas curiosidades, ciertas afinidades que forman grandes diferencias entre unos y otras. Se trata de simples disparidades a veces imperceptibles porque están ahí como algo natural, y no se contempla el hecho de cambiar esos modelos encallados aún en viejas estructuras. Siguen los hombres contemplando desde la superficie el mundo en el que ellos son también protagonistas y las mujeres viviendo a flor de piel el día a día de sus vidas que llega a cegarlas ante la posibilidad de salir a la superficie.