
recorrer las calles por la superficie para contemplar Barcelona con otros ojos.
Con mis ojos cansados resulta una ciudad más apacible,
más tranquila y compatible con mi rutina interior.
Quizás este es el momento en que me conformo
con comparar alguna calle al azar con cualquier rincón de Palma,
sin alguna esperanza de ver reflejada en ella nada más allá que el suspiro de un recuerdo.