Puedo proyectarme en un futuro, o volver atrás en el tiempo perdiéndome entre mil recuerdos. Puedo hacer planes a corto y largo plazo, pensar en el mañana pero también ser consciente de mis logros hasta el día de hoy. Puedo pensar en cualquier tiempo verbal que me propongas: fui, estaba, iré, quiero, habré estado. No tengo prisa ni voy con retraso, procuro vivir el momento o, mejor dicho, los momentos, los momentos que valen la pena, aquellos que merecen ser recordados, pensados, recreados una y otra vez con todo lujo de detalle; aquellos que imaginas, lejos de idealizaciones, situaciones simples de la vida cotidiana que ves venir a lo lejos con ganas; y también aquellos tan fugaces que hacemos llamar "hoy", "ahora" o "presente", aquellos que tienen el poder de ser efímeros, volátiles como el aire, delicados y frágiles, necesitados de atención. Cualquiera de los momentos que imagino contigo pasa por un presente, todos los que veo más atrás o más adelante sé que cuenta con un presente, el tiempo, de entre todos, más valioso, el único capaz de hacer todo realidad y duradero.