miércoles, 5 de febrero de 2014

Shadows

No podemos esperar a que se vaya el sol y nuestro momento se desvanezca detrás del horizonte, quiero seguir viendo tu cara con la misma intensidad, con las mismas luces y las mismas sobras que se dibujan bajo tus párpados y sobre tu boca. Por mi nos acercamos al mar y vemos el atardecer pero prométeme que me llevarás a dormir contigo cuando el cielo no sea naranja y la luz se apague, que me guiarás cuando esté todo oscuro y no pueda verte. Pero las horas de luz son contadas y, ahora que se alargan, no podemos confiarnos tampoco porque el verano aún no está aquí. Aún no ha llegado el momento en que los días complacen a la noche cediéndoles un par de horas, horas convertidas en noches de verano que la luna se encarga de hacer brillar. La primavera anda cerca por ahí, tiñendo de mil colores otros prados hasta que nos llegue el momento a nosotros. Pero, hasta entonces, no quiero apartar de ti la mirada ni un segundo, desde  el primer momento, desde que amanece y poco a poco la luz invade la habitación, alegrando la llegada un nuevo día y dejando atrás la tristeza del que ya quedó en el ayer. Tic-tac, y los segundos se apagan también cuando no te veo, el tiempo se para justo cuando tengo más miedo y no estás ahí para decirme “hey, no pasa nada” mientras me abrazas haciendo que pierda el sentido común.